La interacción con la persona usuaria no es exclusiva del ámbito digital (lo vimos ya en packaging, concretamente en etiquetas de botellas). En este caso, los ejemplos son a partir del uso de tintas fluorescentes, aquellas que se vuelven visibles ante la luz negra.
Este tipo de tinta, que se suele aplicar mediante serigrafía, es muy habitual en el ámbito de la seguridad, en billetes o entradas de conciertos (cuando se vendían ya impresas), por ejemplo, para evitar, o dificultar, su falsificación.
Como siempre, sin embargo, se puede variar su uso y convertirlo en un valor añadido al diseño, un elemento que aporte, en este caso, una invitación a la interacción por parte de quien tiene el impreso delante.
Los tres ejemplos que vienen a continuación juegan con una información que aparentemente está oculta y que, a partir de la interacción de la persona usuaria, se hace visible. La pieza cobra un sentido diferente cuando podemos leer entre líneas.
Diálogos escondidos – Studio Berg
La historia de este cómic de Warren Ellis, Matt “D’Israeli” Brooker & BERG, cambia según la lectura que se haga. Una primera leída, a luz de día, o bien una segunda mediante luz negra.
Under the skin – Ed & James Harrison
Se trata de una campaña para visibilizar aquellos animales que están en grave peligro de extinción. Ed y James Harrison aplican la tinta fluorescente sobre varias ilustraciones para mostrarnos el futuro de la fauna si, como sociedad, no hacemos nada para protegerla.
El poyecto Under the skin sigue con el objetivo de poner luz a la extinción de animales en riesgo y aún se puede colaborar en él.
© Ed & James Harrison © Ed & James Harrison © Ed & James Harrison © Ed & James Harrison
El recuerdo o ilusión de quien no está pero sigue estando – Mathilde Domecq
La ilustradora Mathilde Domecq muestra aquellas personas, animales o situaciones, que aún o ya no podemos ver, pero que están en nuestro recuerdo o en nuestra mente.
La muerte, el recuerdo, la ilusión o los sueños son el hilo conductor de unas ilustraciones que tienen personajes escondidos.
© Mathilde Domecq © Mathilde Domecq © Mathilde Domecq