Ingrid Picanyol es directora creativa a través del diseño gráfico y la fotografía. Como dice ella misma, percibe en su obra una cierta manera de mirar y entender el mundo, y también una dosis de pensamiento lateral, capricho y delirio. Últimamente ha presentado “Así, un libro se hace Jardí, Enric”, un proyecto editorial con un pie en la academia y otro en lo personal, entre la interpretación y la creación, entre el diseño y la poesía. Un delicioso libro que invita a replantear la mirada hacia el diseño editorial.
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Ponnos un poco de contexto. ¿De dónde sale el proyecto “Así, un libro se hace Jardí, Enric”?
Este proyecto es el resultado de mi TFG en la Universitat Oberta de Catalunya. Hace seis años que empecé el Grado en Diseño y Creación Digital para tener una titulación superior a la de Ciclo Formativo, y por fin he llegado a la recta final.

Desde el inicio, tenía ganas de aprovechar la asignatura para crear un artefacto editorial. No es que nunca haya diseñado ningún libro, pero no suelo recibir demasiados encargos de libros. Pero tengo la casa llena de ellos, y me apetecía hacer uno desvinculado del encargo de un cliente, por primera vez.
Inspirada por el movimiento Oulipo, el libro “El infinito en un junco” de Irene Vallejo y las clases de poesía en la Escuela Bloom, decidí partir de un libro que no pretende convertirse en literatura para hacer literatura y, a su vez, establecer un diálogo entre el autor y yo que, más que ofrecer respuestas, generase preguntas en torno al libro y al propio acto de diseñarlo.
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¿Qué retos te planteó el proyecto y cómo los has ido sorteando?
El libro original de Enric Jardí, “Así se hace un libro”, tiene la fotografía de un libro en la cubierta sobre el que él ha colocado el título. Yo, a la hora de hacer el mío, pensé en recrear ese supuesto libro que él había utilizado para tomar la fotografía, manteniendo las mismas características formales: tamaño, diseño y encuadernación. Esto condicionó el orden del proceso de diseñarlo. Si bien lo habitual es partir de un tamaño de tripa para calcular posteriormente el tamaño de la cubierta, en mi caso medí la cubierta del libro que aparece en la fotografía y posteriormente calculé el tamaño de la tripa.

Esta decisión, una vez entendida, es sencilla, pero tuve dificultades en transmitirla a los proveedores, especialmente al encuadernador Pere Sacot, quien nunca en la vida –y tiene cerca de setenta años– se había encontrado con que le hicieran hacer un libro en ese orden.
A parte, el otro reto importante fue diseñar un ejercicio gráfico diferente para cada uno de los capítulos que, por un lado, conectara conceptualmente con lo que se explica en el libro original y, por otro, proporcionara al futuro lector una narrativa concreta cargada de ritmo.

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Creas poesía de lo que inicialmente era un manual de diseño editorial. ¿Cuál es tu relación con la poesía y cómo has hecho esta conexión entre los dos mundos?
Hace un par de años me apunté a un curso breve de poesía en el Ateneu Barcelonès. Comparto estudio con un poeta –y programador web–, Marc Permanyer, y un día, al ver mi forma de trabajar en diseño gráfico, me sugirió explorar la poesía. Soy una gran y reciente aficionada a la literatura, y seguramente me lo dijo después de ver la pasión que despertaba en mí esa disciplina.






La comunicación visual y la poesía pueden parecer dos mundos muy alejados, pero ambos comparten la capacidad de síntesis y comunicación. Cuando estoy trabajando en un proyecto, paso buena parte del tiempo en la investigación inicial, porque la disfruto y porque creo que es donde se esconde la esencia del proyecto. Y en poesía ocurre exactamente lo mismo. Los poemas son el resultado de pasar la criba a ideas con mucha profundidad para acabar extrayendo su esencia. Pueden parecer breves, pero detrás esconden páginas y páginas de imágenes, investigación y borradores.
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Aparte de haber terminado el libro, ¿en qué estás trabajando, ahora mismo?
Tengo un poemario en proceso y varios proyectos de diseño: diversas identidades en curso tanto para el sector cultural como para el privado, la próxima campaña del Festival de Cinema de Muntanya de Torelló, un libro para un despacho de arquitectura de la ciudad, una nueva línea de etiquetas de vino para el sumiller Roger Viusà, un par de nuevas campañas para las temporadas otoño-invierno 24 de la marca norteamericana Miansai, y nuevos productos para uno de mis clientes más históricos; los elaboradores de productos de chocolate Bahen&Co de Margaret River (Australia).
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¿Qué planes de futuro tienes?
Seguir compaginando los proyectos del estudio con la docencia en la Escola Massana, la formación continua y con más proyectos personales como éste.