Meritxell Casamira es diseñadora en el amplio sentido de la palabra. Idea la piel de la ciudad, proyecta producto, observa y propone desde la dirección de arte, piensa en formato editorial y grafica identidades y expresiones tipográficas.
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¿Crees que todavía tenemos que hablar de interdisciplinariedad? ¿O la línea es tan borrosa que deberíamos hablar de diseño y ya está?
Pienso que hablar de interdisciplinariedad es desdibujar de forma definitiva algunas líneas que todavía hoy están muy presentes dentro del mundo del diseño y los sectores creativos en general.
Quizá me he formado en diseño gráfico, pero de repente me apetece proyectar un producto, o concebir una instalación efímera… Quiero poder sentirme libre y experimentar, no necesariamente para especializarme, sino para enriquecer mi percepción y estar en contacto con lenguajes que distan de aquellos que suelo trabajar.
Cuando dices que eres diseñadora, a menudo se espera una descripción mucho más detallada, te preguntan “¿pero de qué?”. En cambio, en el contexto de la interdisciplinariedad, no es posible entrar en definiciones tan acotadas en las que no me siento cómoda. Esto, a veces, cuesta entender. Opino que, por lo general, tendemos a clasificarnos demasiado.
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¿Qué parte de emoción crees que tiene el diseño?
Creo que, afortunadamente, nos encontramos en un contexto de actualidad donde nuestro bienestar emocional y mental está tomando cada vez mayor importancia. Pienso que el diseño puede convertirse en una herramienta clave de transformación y mejora en esta dirección.
Cuando se diseña un elemento, vinculado a la disciplina creativa que sea, a menudo no somos conscientes de hasta qué punto este diseño puede tener una repercusión emocional que impactará en el bienestar de aquellas personas que acabarán usándolo.
Por eso considero relevante que tengamos más en cuenta este hecho, integrando las emociones y la empatía en los procesos de creación. En mi caso, me interesan especialmente aquellos proyectos creativos que puedo desarrollar desde una óptica más participativa, donde incluir a las personas a lo largo de los diferentes procesos, hasta llegar al resultado final de forma conjunta.
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Háblanos de “Tanazur”, uno de tus últimos proyectos.
Siempre he tenido un especial interés por el mosaico hidráulico. Para mí, se trata de un ejemplo muy claro de intersección interdisciplinar, donde campos creativos aparentemente distintos como el grafismo y el producto se encuentran para conectarse.
Iniciamos una serie de conversaciones con Francesc de Mosaic Girona, artesano especializado en este campo, que me hizo saber que tenía un especial interés en elaborar una nueva colección de baldosas hidráulicas alineadas con un estilo fresco y contemporáneo. Así es como nacieron un total de cinco propuestas de mosaico que diseñé y pronto verán la luz.
Tanazur, el primer modelo de esta colección, significa perspectiva visual en árabe, y reinterpreta el imaginario visual de los recubrimientos con teselación propios del arte mozárabe. Se trata de un diseño que permite la creación de composiciones muy diversas gracias a su sistema gráfico modular y agregable.
Los modelos “Ègara”, una síntesis visual de los arcos catenarios que caracterizan a la obra arquitectónica de Lluís Muncunill; “Gala”, que deconstruye figuras atómicas; “Tao”, inspirada en los contrastes y la complementariedad; y “Dama”, que toma como punto de partida la corriente del Op Art; completan la colección.
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¿En qué estás trabajando ahora mismo?
Hace unos días se presentó un proyecto en el que he estado trabajando intensamente y que me hace especial ilusión compartir. Se trata de “Canvas”, una instalación efímera en el marco de la Barcelona Design Week, fruto de la colaboración entre el artista Anna Taratiel y la empresa de mobiliario Escofet, que he tenido la suerte de concebir y de dirigir.
El concepto surge de la idea de transformar dos bancos de hormigón en un lienzo en blanco sobre los que intervenir artísticamente, a fin de explorar usos más amables e inclusivos para las personas que habitan la ciudad. Ha sido maravilloso ver a Anna pintar, y presenciar cómo la gente que pasaba por la zona interactuaba y rápidamente se lo hacía suyo.
En paralelo, estoy trabajando en un proyecto editorial relacionado con arquitectura contemporánea sobre el que no puedo dar demasiados detalles. Si todo va bien, se publicará a finales de este año.
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¿Qué planes de futuro tienes?
Justo acabo de empezar una nueva aventura profesional en Hey, estudio de diseño que desde que era estudiante he admirado, tanto por su gran calidad gráfica como por lo que representa para las mujeres que nos dedicamos al diseño. Me siento muy afortunada de trabajar con Verónica Fuerte y el maravilloso equipo que conforma el estudio. Me gustaría disfrutar mucho de esta nueva etapa.
También tengo varios proyectos en mente que quisiera desarrollar a lo largo de los próximos meses si el volumen de trabajo me lo permite. Me entusiasma la idea de seguir explorando nuevas vías de creación que puedan llevarme a experimentar soluciones en otros campos, y a realizar colaboraciones con otras diseñadoras y creativas.
