El 25 de septiembre de 2019 presentamos el libro #tocardepeusaterra, una publicación autoeditada que muestra una colección de fotografías, inicialmente mostradas en Instagram, de unos pies (mis pies) viajando por diferentes espacios y encontrándose con elementos singulares que crean micro historias.
Bajo estas líneas se muestra un extracto de la conversación que tuvimos con los dos grandes fotógrafos que me acompañaron: Manel Esclusa y Alberto Polo.
AUTOEDICIÓN y PHOTOBOOK
Lluc Massaguer [LL] – ¿Cómo valoráis, por vuestra experiencia profesional, el hecho de autoeditarse libros?
Manel Esclusa [ME] – La autoedición ahora nos parece muy fácil, muy accesible, pero para mi generación era algo casi imposible. A mediados de los 70s, Koldo Chamorro y yo tuvimos el honor de conocer a Romeo Martínez, fundador de la Bienal de Fotografía de Venecia, editor en jefe y director de “Camera”, revista suiza, fundada en los años 20s.
Yo tenía un poco más de 20 años y lo que nos preocupaba, con Koldo Chamorro, era que la fotografía que nosotros hacíamos pudiera tener cabida dentro del mundo del arte. En este país, en aquella época, a finales de los años 50s, tocando los 60s, era casi imposible.
Romeo Martínez nos dijo “Está muy bien que os preocupéis de que la fotografía entre en el ámbito del arte, porque es un ámbito más en el que la fotografía puede participar, de las muchas que participa. Podéis exponer, pero lo que debéis tener en cuenta es que lo más importante es hacer un libro, porque es lo único que perdura “.
Las exposiciones, al cabo del tiempo, desaparecen y pueden pasar al olvido. En cambio un libro siempre está. Es curioso que ahora, después de muchos años, se produzca este boom del photobook y es precisamente porque es una materialización de nuestro trabajo, que acabamos teniendo en nuestras manos.
Si hago un libro de mi obra, quiero empezar desde el principio hasta el final.
Cuando ya lo tengo hecho es cuando voy a buscar el diseñador/a para que me lo pula, me corrija cosas, me asesore, me ayude, me proponga, pero inicialmente es algo que necesito hacer de principio el final.
Alberto Polo [AP] – Con el libro “Love Life” me encontré con cuestiones complejas como la selección de imágenes propias, tomar decisiones de composición, etc.
Mediante la autoedición puedes estar involucrado en todo el proceso, porque el editor eres tú mismo, auque haya un diseñador con quien colaboras. Es otra manera de trabajar, de controlar el proceso y de no ceder en aquellas ideas que tú crees que deben plasmarse, te equivoques o no, en el papel de tus imágenes.
[LL] – Yo, como diseñadora, sí he hecho libros para fotógrafos y para mí esta parte es muy sencilla “esta cuadra perfecta, esta convive bien con la siguiente”, en cambio hacerlo con fotografías de una misma, es más complejo.
[ME] – Es importante aplicar un criterio estricto, en la selección, especialmente. Como ejemplo más doméstico, cuando no existía el digital, tú ibas a un lugar y llevabas la cámara, en una conferencia, una fiesta, una cena,… Ibas a tomar la foto, controlabas que todo el mundo estuviera bien, tomabas la foto y ya está. Si tenías alguna duda, hacías dos más.
Ahora, en cualquier lugar, se toma una foto tras otra, pero no suele haber una selección posterior. Incluso hay quien coge todo el paquete de fotografías y las cuelga todas directamente a las redes. Hace falta un criterio para mostrar lo que quiero explicar.
[AP] – Son dos procesos muy diferentes, de los que tienes que ir aprendiendo a medida que los ejecutas.
En un primer momento, a medida que estás metido en un proyecto, vas disparando fotos, vas descubriendo poco a poco tu sujeto.
Después hay un segundo proceso, cuando tienes todas las imágenes, terminar de crear la historia. Es entonces cuando te das cuenta de que hay una cierta repetición de cosas que, igual, mientras estabas trabajando, no eras ni consciente.
Si quieres crear una narración, esta segunda parte es tan importante, o más, que la primera.
ANALÓGICO vs. DIGITAL
[LL] – ¿Trabajáis en analógico o en digital?
[AP] – Yo trabajo con película, en analógico.
Creo que la fotografía digital potencia la compulsión.
En cambio, con la película, creo que la máquina ya, de entrada, es diferente. No tienes una pantalla donde vas mirando las fotos para ver si quedan bien o no… tienes que estar realmente muy concentrado con aquella presa, en ese momento.
[LL] – Bueno, y que tienes que tomar decisiones antes. Qué película pongo, que el encuadre sea más o menos el definitivo…
[AP] – Estas decisiones las tienes que tomar antes o las tienes que tomar muy rápidamente. Depende del tipo de proyecto. Los trabajos de Manel, por ejemplo, generalmente, son de una reflexión previa clarísima, porque son trabajos de calma… Lo que transmite casi toda su obra es mucha pausa, reflexión, haciendo entrar al espectador a otros mundos. Yo he hecho trabajos y hago similares, pero hay otros que igual son mucho más álgidos, mucho más rápidos.
[LL] – ¿Siempre disparáis con la cámara o también tomáis fotos desde el móvil?
[ME] – No, a mí tomar fotos desde el móvil me cuesta mucho. Si veo algo que me interesa, lo fotografío con el móvil, pero sabiendo que dentro de un año, cuando me la mire… bueno, mañana, cuando me la mire, la borraré.
En el analógico sigue habiendo aquella magia del laboratorio, de alquimia, la aparición de la imagen… La verdad es que ahora, para mí, la sorpresa ya no es tanta… ya sabes lo que te saldrá.
Estar horas y horas en el laboratorio para positivar ya no me motiva. Ahora ya tengo una edad en la que tengo prisa.
La mayor parte de las veces que disparo en digital no miro como ha quedado la fotografía, es decir, mantengo, por decirlo de alguna manera, el mismo proceso que cuando lo hacía en analógico. Tomo la foto y la miro cuando llego a casa. Si me entretengo a mirar como ha quedado, ya estoy perdiendo un tiempo que no me permite ver lo que tengo delante.
[LL] – Recuerdo haber oído a un fotógrafo decir que no entendía por qué muchos jóvenes ahora volvían a tirar en analógico. No entendía por qué, teniendo las herramientas para trabajar perfectamente, en digital, y de una manera más cómoda y rápida, recurrían al analógico, siendo un proceso mucho más complejo.
[ME] – Porque hay este componente mágico y es un descubrimiento. Esto está pasando con todo. Se recuperan los discos de vinilo, los amplificadores deben ser de lámparas…
Hay este querer encontrar lo que no has vivido.
La fotografía analógica tiene este componente que te hace sentir como un niño en un mundo que aparece de manera pausada.
Es un proceso que tienes que saber hacer, se puede estropear en cualquier momento, hay un riesgo, hay una espera, hay una intranquilidad, una serie de factores que la inmediatez de la tecnología actual no permite.
Para nuestra generación las “nuevas tecnologías” conllevan una inmediatez que hace perder la magia de los silencios, de la espera, de la inquietud, del riesgo, de no saber si aquello saldrá o no.
Y eso entiendo que la gente joven ahora lo descubra. Descubren un mundo que, para ellos, no era palpable y se vuelve palpable. Tienes la foto, tienes la copia física, te mojas, sientes los olores, te contaminas de una manera bárbara…
Pienso que está bien que las personas jóvenes se interesen por lo analógico, porque les ayuda a entender qué es la fotografía. Entienden todo el proceso.
Del mismo modo, un diseñador gráfico debería aprender a hacer su trabajo a mano, a hacerlo con Letraset, tinta china, compás, tiralíneas… y luego decir “ostras que bueno que es eso del ordenador!” . El proceso se tiene que conocer desde el principio.
INSTAGRAM y la MEMORIA
[ME] – En Instagram podemos encontrar trabajos muy buenos de fotógrafos. Creo, sin embargo, que en esta red se trata de no vivir en la realidad o no saber distinguir las cosas reales de las cosas imaginarias. Es ficción.
Cuando el usuario de Instagram mira las imágenes, no las mira, las ve. Y aquí es donde se pierde la memoria.
¿Qué pasará con estas imágenes hechas, sobre todo, desde el teléfono? Desaparecer. La gente pierde el móvil, se le estropea, tiene problemas para conectarse a la nube, a veces pierde todas las fotos. Entonces desaparece la memoria y ya no puedes comunicarla.
Y es por ello que soy insistente, cuando veo un trabajo de alguien que me dice que está todo en Instagram, le digo que haga un libro.
[AP] – Después hay otro tema: El formato cuadrado. ¡Cuántas complicaciones nos ha llevado! Yo disparo mucho con Hasselblad de 6×6, formato cuadrado, formato que generalmente la gente encontraba extraño, al que no acababan de ver el sentido…
[LL] – Pero cada vez menos, porque ahora, con Instagram…
[AP] – Sí, pero a mí me ha costado que las revistas me publicaran en cuadrado, me ponían unos problemas bestiales. Y me las cortaban todas, ¡claro! Y ahora no, ahora todo el mundo tira en cuadrado, ¡tú! (se ríe)
[ME] – O ahora ven una foto tuya que hace 30 años que está hecha y te dicen “¡Ah. Pero disparas las fotos para Instagram!”.
[AP] – Claro, nadie piensa que llevas una cámara Hasselblad, que sigues todo un proceso, que quizás vas con el trípode,… No con el móvil.
INSTAGRAM y la INTIMIDAD
[AP] – Hay algo que me interesa mucho de Instagram. Creo que ha conseguido abrirnos a las vidas íntimas de los demás de una manera que ya hacíamos los fotógrafos desde hace muchos años: trabajar con la mirada de lo personal. Pero ahora sucede de manera acentuada.
Ya había fotógrafos, como Sally Mann, que lo hacía de una manera super pausada, casi poética.
[ME] – Sí, hay muchos fotógrafos que han trabajado sobre la propia intimidad.
[AP] – O incluso el autorretrato. Lee Friedlander, por ejemplo, o Robert Frank, hablando de clásicos. Ahora, con una visión absolutamente diferente, se está reproduciendo. Los selfies, la vida autobiográfica, la intimidad, el exponerse…
[ME] – En cuanto a la intimidad, es curioso que una de las dificultades de los fotógrafos que hacen street photography, es que cada vez tienen más problemas para tomar fotos en la calle, porque la gente que sale es más consciente de que la están fotografiando y este hecho puede suponer un problema.
Si tú vas con el teléfono y tomas fotos en un lugar público, con gente, difícilmente te pondrán problemas. Pero, a la que vas con una cámara un poco llamativa, ya te viene alguien y te pregunta si le has tomado una foto, pide que se la enseñes, quizás te pide que la borres…
Cada vez hay más cuidado a la intimidad de cada uno, pero, al mismo tiempo, en las redes todo el mundo la vierte sin ningún problema.
Muestra la paella que se ha comido, el día que se ha duchado,… eso sí, si tú tomas la foto de la paella te pide daños y perjuicios porque estás agrediendo su intimidad. Es una contradicción.
[LL] – Porque que cada uno enseña lo que quiere, pero de la manera que quiere. Es decir, que yo mostraré la paella pero lo haré de manera que parezca fantástica o enseñaré aquel paisaje, donde no se vea nadie más, para que parezca que estoy sola. En cambio si tú tomas una foto en la que yo salgo de una manera que no es la que yo quiero mostrar, ya no me interesa.
[AP] – Creo que la gente todavía tiene esta noción de que cuando uno dispara fotografías con una cámara tiene un recorrido mucho más largo. Por lo tanto, hay una perdurabilidad de esa imagen. Igual dicen “¡Ostras, tal vez esto va en serio!”. Cuando tú la tomas con el móvil, al igual que pueden hacer ellos mismos, a sus padres, a sus tíos, a su perro, tal vez ya no molesta tanto.
Tenemos muy asumido que podemos aparecer en fotos de miles de personas.
Pero en realidad tampoco nos importa tanto, porque estarás en un stories de Instagram, durante 24h y ya está, o se perderá en la inmensidad de internet.
[ME] – ¿Qué pasará con todos aquellos grandes fotógrafos que han trabajado en la calle haciendo una crónica del día a día de la ciudad, de las calles, de la gente, de la sociedad? Cada vez habrá menos. Veremos qué queda de la crónica del pueblo, de la familia, de la calle, de la gente, del ambiente.
Muchas gracias, Manel y Alberto. Es un placer enrome compartir conversación con vosotros.