Silvia Iruela es diseñadora gráfica (de extrarradio), artista visual y directora de arte. Graduada primero en ciencias empresariales y, después, en diseño gráfico, explica que murió en un banco y renació como diseñadora gráfica. Apasionada y entusiasta, mueve cielo y tierra para llegar donde quiere. Forma parte del proyecto Leftovers, junto con Núria Vila y Mireia Domènech.
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Cuéntanos lo de que moriste en un banco y renaciste como diseñadora gráfica.
De la infancia a la adolescencia pasaba mucho tiempo dibujando, con la cabeza en las nubes, experimentando con entusiasmo todo lo creativo como imaginar, la música, la danza, escribir, construir, pero en algún momento lo dejé todo de lado.
Durante los primeros años de vida laboral mi objetivo fue sobrevivir económicamente y conseguir una base estable, trabajando de contable, administrativa y varios años en la banca.
Lo que obvié completamente fueron mis inquietudes y talentos. En mi caso, esa falta de concordancia me hizo sufrir más de la cuenta, hasta llegar a tener mucha ansiedad, sin saber por qué. Con dificultades familiares por resolver y la maternidad, se me acumuló todo, no entendía nada, hasta que pude reaccionar. Este fue el punto de inflexión que me dio el empuje para plantearme un cambio radical y encontré una rendija para hacerlo: me puse a estudiar.
Pese a tener dos hijas, un trabajo en el banco y clases nocturnas, mi cuerpo empezó a responder en positivo, la ansiedad se mantenía a raya y las molestias físicas mermaban. Era una señal. Cuando pude ser diseñadora a tiempo completo, fue como un renacimiento. Yo le llamo “metamorfosis compleja”.
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¿Has encontrado lo que buscabas en el diseño?
Si tuviera que resumirlo, te diría que buscaba vivir de lo que me reconforta hacer, y sí, puedo decir que lo he encontrado. Al fin y al cabo, se trataba de encontrarme bien, escuchar más el cuerpo, la intuición.
Ahora bien, resulta que nunca acabo de encontrar lo que busco, porque cada vez que cumplo un hito, aparecen otros que me están esperando.
Quiero interactuar activamente con mi entorno.
Aun recuerdo mi primer encargo de ilustración para una campaña de Natura, nunca lo hubiera imaginado. Actualmente, el abanico es más amplio que al principio, me motiva la implicación en proyectos sociales y medioambientales, considero que ya no se trata de salvarme; ahora que estoy mejor, quiero interactuar activamente con mi entorno, como en el proyecto comunitario Sala Padró, dónde puedo aportar diseño y comunicación con propósito. Así me gusta avanzar.
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¿Cómo nació Leftovers y cómo está creciendo?
Tenemos una anécdota muy divertida con Núria Vila, y es que recibí una llamada, a la que me proponía ir de colonias con ella. Me hizo tanta ilusión que lo acepté, antes de saber nada más. Este fue el punto de partida, junto con la Mireia Domènech, en el Museu de la Vida Rural.
Estuvimos pintando textos con tinta de ceniza durante tres días, para la exposición Jugar amb Foc, después nos confinaron y no pudo visitarse, este hecho nos hizo reflexionar. Allí pasaron muchas cosas, conexiones, creatividad, y fluimos tanto, que pusimos en marcha el proyecto Leftovers, decididas a dar otra vida a los residuos, y por qué no, volver a las colonias. Las llamamos “confinamiento creativo” de cuatro días de duración, con la intención de reflexionar sobre la generación de residuos, provocando debate.
En el primer “confinamiento” creamos una pieza artística con sobrantes de alimentos, experimentando con tintes y tintas vegetales, creando papel con restos orgánicos y biomateriales. Hacíamos entrevistas en directo, creábamos día y noche, hicimos una performance y exposición de los resultados.
Con Marina Roca, que siempre nos acompaña documentando todo el proceso, hemos creado la web leftovers.cat para que todo el mundo pueda experimentar lo que hacemos. El segundo año transformamos mascarillas, y el tercero…. no sé si puedo decirlo, pero os daré una pista: se titula “Akelarre”.
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¿En qué estás trabajando ahora mismo?
Tengo sobre la mesa diferentes encargos y proyectos de diseño muy variados, que me permiten seguir adelante. Estoy en un proyecto de larga duración sobre seguridad y empoderamiento de la ciudadanía, que es todo un reto. También con un encargo de ilustración editorial y un proyecto de branding, entre otros.
Cuando pude ser diseñadora a tiempo completo, fue como un renacimiento, yo le llamo “metamorfosis compleja”.
Tengo un taller/estudio en un espacio de creación artística (Fase), en Hospitalet de Llobregat, donde, aparte de trabajar en diseño gráfico y dirección de arte, desarrollo proyectos propios. El espacio me permite experimentar con materiales, pintar y probar nuevas técnicas, además de estar rodeada de artistas comprometidos con el entorno.
Hay muchos proyectos empezados, muchas ideas por poner en marcha, aunque una parte acaba quedando en el cajón. Con las “Leftovers” estamos preparando el nuevo confinamiento creativo para el Museu de la Vida Rural. Aparte de co-comisariar una nueva exposición, es un proyecto que no para de crecer y nos gusta.
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¿Qué planes de futuro tienes?
¡Qué pregunta Lluc! El futuro es incierto, cada vez más. Es la sensación que tengo, sobre todo después de haber vivido una pandemia mundial que ha dado la vuelta a muchas cosas.
Me considero una persona muy curiosa, por tanto, siempre empiezo nuevos caminos sin querer. Así que el plan (si es que hay alguno) sería seguir viviendo de lo que me motiva, rodeada de gente bonita como las “Leftovers” y muchas más que me han ayudado a hacer camino.
En paralelo quiero abrir otros melones, probar cosas nuevas, hacer mucha más ilustración, probar la docencia, investigar, activismo social y medioambiental.
Cada vez que llego donde otros me decían que era imposible, cojo más empuje para el siguiente reto, quizá acabo haciendo un doctorado, ¡quién sabe!
Lo que también he aprendido es que muchas veces hay curvas tan inesperadas, que a pesar de estar bien ponerse objetivos, debemos aprender a surfear la incertidumbre, y adaptarnos al cambio.